Cuando el milagro no llega
A veces oramos con todo el corazón y no vemos el milagro. Rogamos, esperamos, suplicamos, y sin embargo, lo que tanto anhelamos no sucede.
Nos preguntamos si Dios nos ha escuchado, si hemos sido olvidados, si hicimos algo mal. Y en medio de esa aparente ausencia, el alma se cansa, se quiebra, se pregunta si vale la pena seguir creyendo. Pero es justo allí, en ese silencio que duele, donde se gesta una fe más profunda.
Dios no siempre responde como esperamos, pero siempre responde. Hay oraciones que no tienen un “sí” inmediato porque están preparándonos para algo más grande, más duradero, más verdadero. A veces, la espera es el........
© La Crónica del Quindío
