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Resistiendo al olvido

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16.05.2025

A mediados de 1995, como oficial del Ejército Nacional —capitán en ese entonces— me encontraba asignado al Estado Mayor de la XIII Brigada, con sede en Bogotá. Eran tiempos de gran complejidad. Los ataques, emboscadas y asaltos guerrilleros, así como las tomas violentas de municipios, eran el pan de cada día. Vientos de guerra soplaban en las ciudades, estremecían los cuarteles y, por supuesto, azotaban con furia el campo de combate.

Como consecuencia de esa violencia que no daba tregua, cada semana teníamos que despedir a nuestros hermanos de armas. En la Catedral Castrense “Jesucristo Redentor”, ubicada en el Cantón Norte, se celebraban constantemente ceremonias religiosas en honor a quienes habían caído en cumplimiento del deber. A ese lugar llegaban familias enteras, destrozadas por el dolor, para asistir a sepelios —algunos individuales, otros colectivos— de oficiales,........

© La Crónica del Quindío