Entre la esperanza y el recuerdo
Son las seis de la mañana de un día cualquiera de clases.
Me levanto y acompaño a mi hijo, estudiante de Ingeniería Civil en la Universidad del Quindío, mientras desayuna. Antes lo hacía solo de vez en cuando, pero desde mediados del año pasado decidí convertir ese pequeño gesto en una costumbre diaria.
Durante esos minutos compartidos en la mesa, cruzamos algunas palabras. Me cuenta cómo será su día: la preocupación por un examen, el avance pendiente de un trabajo en grupo, alguna anécdota o un plan improvisado con sus amigos… en fin, todo aquello que conforma la rutina de la vida universitaria.
La mayoría de las veces, cuando está por salir, procuro abrazarlo, desearle suerte y recordarle cuánto lo quiero. Su respuesta suele ser una sonrisa cálida y una palabra amable. Pero todos sabemos que no siempre es así. Hay días en los que surgen desacuerdos, reproches, palabras duras. Sin........
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