Si Jaime Garzón viviera, constataría la competencia que le ha salido, por partida doble, a uno de sus personajes emblemáticos, el godo, el cavernoso, el tinterillo Godofredo Cínico Caspa.

No tienen cuello de pajarita, ni gomina en el cabello, ni pañuelito maricón en la solapa, es verdad, pero coinciden en portar almas retrogradas y espíritus retardatarios.

Estos Godofredos con los pies y el corazón en el pasado pero disfrazados ahora de futuro, pretende corroborar que el poder no se jubila en Colombia. Álvaro y Cesar, signo de épocas distintas pero ligadas por un mismo propósito, el ansia de seguir dominando el espectro político del país, vuelven ahora impávidos, sin romperse ni mancharse,........

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