Machismo militante en la izquierda de la unidad
Hay un personaje de mi infancia que nunca he olvidado, Momo, de Michael Ende. Me llamaba la atención poderosamente la falta de edad de esa niña, qué tontería preguntársela: ella estaba aquí desde siempre. Momo era la percepción perfecta de la mujer, ni niña ni adulta, a convenir, siempre Momo. Atemporal y por atemporal, ahumana. Se la humaniza al gusto. Se le atribuyen caracteres según convenga. ¿Cuál es la mayor cualidad de Momo? Saber escuchar. Momo vive para los demás, mientras todo lo demás no importa.
A muchísimas mujeres nos intentan convertir en Momo a cada rato. Somos criaturas sintientes, no pensamos sino en los momentos en que nos dejan, pero en la intimidad social somos criaturas hechas para sentir. Sentimos por todos los otros y así respondemos por la barbarie ajena y eximimos a sociedades enteras de su responsabilidad hacia personas, animales, plantas. Económicamente salimos rentables porque a la gran mayoría de las mujeres de este mundo se nos mantiene en la pobreza. A priori, muy pocas mujeres no son unas desgraciadas, apenas aquellas, en cada ámbito específico, elegidas por los hombres.
En el entorno político asumimos el papel de desgraciadas........
© Insurgente
