El espectáculo y la fascinación del miedo
Opinión | Tribuna
Manuel Alcaraz
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. / Europa Press/Contacto/Chip Somodevilla
En 1967 Guy Debord publicó un libro poco recordado, pero que fue influyente y que merece ser revisitado. Su título, La sociedad del espectáculo, nos indica las pretensiones de su análisis que abarcaban las premisas de una sociología de las relaciones políticas, espaciales, culturales y de lo que podríamos denominar las economías de lo cotidiano. En la tensión entre lo trivial y las altas pretensiones de los poderes es donde media el espectáculo. Y no ha habido, desde hace tiempo, un espectáculo más terrorífico y que, a la vez haya fascinado más a muchos, que la asunción por Trump de la presidencia de EE UU, una versión ultramoderna de liturgias —gestos y mensajes— propios de las décadas de 1930 y 1940, pero capilarizadas, extendidas de manera potencialmente ilimitada. Decía Debord que «el espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden actual mantiene sobre sí mismo, su monólogo autoelogioso. Es el autorretrato del poder en la época de su gestión totalitaria de las condiciones de existencia», en sí mismo una invasión de la vida. Debord imaginó bien, pero se quedó corto.
No me ha sorprendido el despliegue que han hecho muchos medios independientes o progresistas acerca de los actos. En este padecimiento que causa la llegada de Trump se replica esa necesidad de los niños de apretarse las encías doloridas. Bajo la bandera de la necesidad de saber, esencialmente para poder asustarnos con fundamento, hay también en la izquierda una fascinación probablemente estéril. Y es que el contagio por el espectáculo, la reducción de la política al intercambio de carismas y al invento continuo de sucedáneos que llamen la atención, propagándose presurosos por las redes, es también la cuota que las izquierdas, partidistas y cívicas, están pagando al denostado populismo. Más valdría reflexionar sobre este fragmento: «Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti». Lo escribió Nietzsche, en Más allá del bien y del mal. En su locura, sabía lo que decía. Los actos de toma de posesión no es sólo un festejo casposo que se permiten Trump y sus oligarcas. Cumplen........
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