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El parque de agua. Una historia con castores, pulpos y delfines

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Opinión | Miradas alicantinas

Alfredo Campello

Imagen de archivo del parque inundable de La Marjal

Quizás recordarán que en artículos anteriores les hablé brevemente del Parque Inundable de La Marjal situado en la Playa de San Juan. Como ya sabrán, se trata de una infraestructura antirriadas construida para recoger las aguas de las fuertes tormentas del otoño y frenar o paliar sus efectos catastróficos como los sufridos el 30 de septiembre de 1997. Como su nombre indica, la ubicación no es casual, ya que en esa zona se regeneraba cada cierto tiempo un marjal en el que se acumulaba el agua de lluvia y posiblemente también el sobrante de la antigua red de acequias de riego que heredamos de los árabes. Esa zona, conocida como La Pasión, toma el nombre de uno de los últimos brazales de riego de la Huerta que abastecía, cuando le llegaba agua, los campos de esta zona costera.

En esa entrega les voy a llevar a esta zona para hablarles de otro uso del agua, en este caso el lúdico. Y no me estoy refiriendo al agua de la cercana playa sino a las aguas que corrían por toboganes y tubos en el Parque de Agua de la Playa de San Juan. Ese que, pese a sus diversos cambios de nombre, siempre recordaremos como “el Octopus”.

El 27 de noviembre de 1997 con una fuerte presencia policial y sin altercado alguno, se procedió al desalojo de los trabajadores y al precintado y cierre de las instalaciones del parque acuático. Pocos minutos después, su nuevo propietario, Hansa Urbana, comenzó el derribo de un parque de agua que, aún hoy, sigue en la memoria de aquellos que fuimos niños en esos años. Pero........

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