Nazca o el desprecio por nuestro pasado
El desierto esconde siglos de nuestra historia. En Nazca el sol calcina los secretos de civilizaciones milenarias, pero el actual ministro de Cultura, Fabricio Valencia Gibaja, ha decidido trazar su propio mapa de nuestro pasado y redujo la Reserva Arqueológica de Nasca y Palpa, de 5.600 a 3.200 km², como si la historia cupiera en una cuadrícula, como si los estudios en los alrededores hubiesen terminado y supiéramos todo sobre quienes allí vivieron, amaron y soñaron.
Las Líneas siguen protegidas, asegura el ministro porque no le queda otra, y dice que la zona considerada Patrimonio Mundial por UNESCO, esos 753 km² donde el colibrí despliega sus alas de piedra y la araña teje su tela eterna, permanece intacta. “Es un ajuste técnico, no un recorte”, repite como si fuéramos idiotas para no darnos cuenta de que la nueva zona es menor, por tanto, recortada. Los expertos, los arqueólogos y los conocedores saben que bajo la tierra seca yacen huellas de rituales, fragmentos de cerámica, caminos de un pueblo que conversó con los dioses a través del........
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