Esperanza líquida. El agua como eje de adaptación y bienestar en México
El cambio climático ha dejado de ser una amenaza futura para convertirse en una realidad presente. Sequías prolongadas, olas de calor extremas, lluvias atípicas y huracanes cada vez más intensos y frecuentes afectan tanto la seguridad hídrica como la alimentaria.
En México, sus efectos ya se sienten con fuerza tanto en las ciudades como en el campo: inundaciones severas en las grandes metrópolis, escasez de agua que afecta a las industrias y cosechas perdidas. Estos impactos no son aislados ni coyunturales; son parte de un patrón climático inducido por la actividad humana, cada vez más severo que exige respuestas integrales y coordinadas.
El campo, que representa el 3.5% del PIB y el 12% del empleo nacional, ya enfrenta las consecuencias. Las pérdidas económicas por fenómenos extremos son crecientes, desde huracanes que destruyen infraestructura rural hasta plagas asociadas al cambio climático que diezman cosechas. Esta situación es aún más crítica si consideramos que más del 60% de la agricultura mexicana depende de lluvias estacionales que se han vuelto cada vez más impredecibles.
En las ciudades, la historia no es distinta. Monterrey vivió una crisis de abastecimiento de agua en 2022 y la Ciudad de México atravesó en 2024 una emergencia hídrica, cuando el Sistema Cutzamala cayó a niveles críticos. A esto se suma que cerca del 40% del agua potable de la ciudad se pierde por fugas. Mientras tanto, en........
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