Sí construimos instituciones muy sólidas
Desde el sexenio pasado, y aún más a partir de las reformas que heredó AMLO a la presidenta, una parte de la discusión pública gira en torno al actual deterioro y destrucción institucional 4Tista.
Se argumenta, y con razón, lo delicado de la andanada emprendida, particularmente contra la institucionalidad del Poder Judicial y contra algunos organismos constitucionalmente autónomos.
Y si bien se arrastraban falencias institucionales desde mucho antes de 2018, la estrategia de AMLO y la 4T, lejos de solucionarlas aprovecha esa debilidad para destruirlas más. Por eso, vale la pena refrescar un poco del largo proceso de institucionalización de México, sin olvidar sus problemas.
Hoy que tanto se acude al argumento fácil de comparar a la 4T con el otrora régimen hegemónico del PRI del Siglo XX, es menester recordar que una de las grandes diferencias es, precisamente, que aquel régimen construyó y consolidó la mayoría de instituciones que hasta hoy sostienen al país.
Un largo proceso que arrancó a partir de la era postrevolucionaria, y se mantuvo en forma sostenida hasta, al menos, la década de los 90. Construyendo desde instituciones partidistas, hasta sociales, académicas, económicas, electorales, e incluso de la administración pública federal.
Uno de los grandes aciertos del régimen nacional revolucionario fue el de entender que la Revolución dejó una sociedad profundamente dividida, y un entramado institucional dinamitado. Para gobernar, era fundamental regresar un sentido de identidad nacional y de orden a México.
Se empezó desde su propia casa, el partido. Creado en 1929 como........
© Expansión
