El valor del agua. Replantear su rol en la estrategia corporativa
La presión sobre los recursos hídricos del planeta se ha intensificado de forma sostenida durante las últimas décadas. Diversos factores, como la sobreexplotación de acuíferos, el incremento en los niveles de contaminación y los efectos acumulativos del cambio climático, han provocado una reducción drástica en la disponibilidad de agua dulce. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, los recursos hídricos renovables se han reducido a la mitad desde 1970, mientras que, en paralelo, Naciones Unidas reporta que la demanda mundial de agua crece a un ritmo del 1% anual.
Este desajuste entre disponibilidad y demanda ha generado una situación de estrés hídrico en múltiples regiones del mundo. Se proyecta que, hacia 2050, aproximadamente el 46% del Producto Interno Bruto global estará vinculado a zonas con alto riesgo de escasez de agua. Esta condición no solo compromete el bienestar humano y la seguridad alimentaria, sino que también genera impactos directos en la productividad, la estabilidad financiera y la continuidad de operaciones en sectores estratégicos.
A pesar de la gravedad de este escenario, los niveles actuales de inversión en infraestructura hídrica, conservación y gestión sostenible del recurso siguen siendo significativamente inferiores a lo requerido. Según datos de UNICEF, lograr el acceso universal al agua potable y al saneamiento de aquí a 2030 demandaría cuadruplicar las inversiones actuales. Este cálculo, sin embargo, no contempla necesidades adicionales relacionadas con actividades económicas intensivas en agua, como la agricultura, la manufactura o la producción energética.
La escasez de agua ya está generando disrupciones tangibles en países como México, Sudáfrica y Pakistán, donde ciertas regiones han agotado sus fuentes naturales o dependen del transporte de millones de litros mediante camiones cisterna. Además de la........
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