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El cirio inconfesable a la Moreneta

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25.08.2024

Fuera como fuese —y ya sabemos cómo escuece lo que repite el PNV— Convergència se despistó cuando se negoció la financiación en el posfranquismo. Mientras los vascos —materialistas— tenían clara cuál era la prioridad, los catalanes hacían poesía. David Madí, en Merèixer la victòria, admite que así parece que fue. David, que está de vuelta, tiene la dudosa virtud —por los tiempos que corren— de decir a menudo lo que piensa. Y si es necesario, señalar errores, aunque sean cercanos.

Convergència dio continuidad a una funesta tradición histórica del catalanismo. ERC, cuando era hegemónica, tropezó con ello repetidamente, dramáticamente, en la fase final de la República. Cuando esta ya agonizaba. Los republicanos de Companys y Tarradellas se dejaron coger la llave de la caja por el jefe de Gobierno de la República, el jacobino Juan Negrín. Cuando este mandó, asentado en Barcelona, que catalanes y vascos transfirieran todos sus recursos económicos al Gobierno, el Govern Companys pataleó airadamente. Pero cedió. A partir de aquel día todo fue limosnear, un calvario económico que posteriormente repercutiría en la comunidad catalana de exiliados, que quedó a la intemperie.

En cambio, los vascos, el PNV, se hicieron los sordos ante el doctor Negrín. A pesar de su fragilidad. Desde junio de 1937 el gobierno vasco se había refugiado e instalado en Catalunya, como también lo tenía que hacer despóticamente el gobierno Negrín. O el mismo Azaña, que se pasó media guerra cómodamente refugiado en Montserrat, como si fuera el virrey, a cuenta de la Generalitat, que pagaba........

© ElNacional.cat


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