Propaganda
El actual gobierno —y el anterior— no tienen ni un ápice de aprecio por la verdad, todo para ellos es propaganda. Y (creo) su propio discurso ya no distingue entre una y otra. Cocidos en su propio jugo, habitantes de un mundo autorreferencial, su labor es la de alimentar una ficción que sea propicia para hacer avanzar sus intereses. Nada más.
Al día siguiente de las tristes elecciones del 1 de junio, en la que más del 87% de los ciudadanos le dio la espalda a esa deleznable jugarreta, la presidenta dijo que había sido un ejercicio “inédito, impresionante, maravilloso, democrático”. Ya no esperemos un gramo de autocrítica, estamos ante una negación de la realidad que resulta preocupante por quien emite esa evaluación. Es claro que no se busca formular un, aunque sea, somero análisis de lo que sucedió, sino de dar el banderazo de salida a una catarata de repeticiones maquinales de esos adjetivos por parte de sus no pocas legiones de seguidores (en........
© El Universal
