Tiendo a pensar, de tanto hacer ficción, que todo pasa por algo y para algo. Pero me parece justo –porque la inteligencia que va escribiendo los días es equívoca– que tantas personas piensen que cada giro de cada trama es un saldo del azar. Y en últimas, más allá de si las cosas ocurren o tenían que ocurrir, lo que queda es la interpretación serena de los hechos. El otro día, cuando le preguntaron por el escalofriante atentado que le hicieron en Butler, Pensilvania, el descabellado Donald Trump soltó esta sentencia: “Dios me salvó para que yo pueda salvar el mundo”. Pero si uno tiene fe en el futuro seguramente está esperando que Trump se haya escapado de la muerte, por poquísimo, para que no sea el eterno mito de los conspiranoicos, sino otro déspota derrotado por la democracia. Conforme a los criterios de
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