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Los dueños del mundo

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En toda su agitada y milenaria historia, la ciudad de Venecia, en realidad el corazón de un archipiélago de pequeñas islas conectadas entre sí por puentes y canales y por el agua lagunar que va a dar al mar, que es el morir, ha sido testigo de toda clase de infamias y bajezas, atropellos, conquistas, ultrajes, saqueos, oprobiosos carnavales en los que la lujuria o la depravación se tomaron durante días la ciudad hasta dejarla postrada y derruida. (Le puede interesar: El 'clima moral').Quizás no haya ningún otro lugar de Occidente más dado a la desmesura y la extravagancia, el barroquismo que lo cubre, como su niebla proverbial en el invierno, en cada uno de sus callejones bañados en mármol o en bronce mientras el sol se va escondiendo a lo lejos y brilla y reverbera en las cúpulas de las iglesias, en los aldabones de las puertas, en las aceras húmedas que descienden como abismos sobre las verdes aguas tributarias del Adriático.No hay que olvidar jamás, decía el........

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