Funcionarios
Opinión | MÁS ALLÁ DEL NEGRÓN
Funcionarios en su puesto de trabajo. / / EFE
Los funcionarios tienen mala prensa. Algunos hasta parecen pedir perdón por serlo o se denominan a sí mismos de otra manera, como empleados públicos. Ha habido que cambiar la terminología para darle más lustre a su función. Una de nuestras mejores escritoras actuales, Sara Mesa, acaba de publicar su novela "Oposición" (Anagrama), una narración en clave de humor sobre el muchas veces absurdo mundo del funcionariado.
En un momento de la narración, el personaje principal, una funcionaria novata, enumera cómo se han ido cambiando determinadas locuciones, con lo que se ha opacado aún más el ya de por sí incomprensible lenguaje administrativo y se ha hecho más engolado. Así, recibir se dice "recepcionar"; hacer deriva en "realizar"; los problemas se convierten en "problemáticas"; las personas son "sujetos": en lugar de poner o rellenar se nos pide "indicar"; ahora, los informes "se emiten" y de las reuniones "emanan" decisiones; los datos no se repiten, sino que "se reiteran"; y, para evitar las redundancias, se recurre a expresiones como "el mismo" o "la misma".
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