Mi carro de bomberos
Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de mi lejana infancia fue la noche en la que me subí a un carro de bomberos. Nuestra casa, como la mayoría de las del Oriente de Cali en esa época, terminaba inundada cada vez que llegaba el invierno. Esa noche la cosa pasó a mayores y, como los trastos del barrio entero quedaron flotando, los bomberos aparecieron para rescatarnos y sacarnos a un lugar seguro.
En nuestro caso, madre decidió llevar a sus dos hijos más pequeños a la casa de una amiga en un sector vecino. Y fue así como a la medianoche salí de mi cuadra en lo más alto de una máquina gigantesca y hermosa, con un casco en mi cabeza y pelando orgullosamente los dientes a todos los vecinos. ¡Momentazo inolvidable!
Años después, en la redacción de El País, me resultaban un poco chocantes los textos que algunos colegas producían cuando los enviaban a cubrir las inundaciones. Eran crónicas rigurosas, pero a mi........
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