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No sigamos Petrificados

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29.03.2025

El presidente de la República, según el artículo 188 de la Constitución, es símbolo de la unidad nacional, y al jurar como jefe de Estado se obliga a garantizar derechos y libertades de todos.

Pero sus palabras recientes parecen alejadas de esa función esencial. Lejos de invitar al diálogo o a la reconciliación, el jefe de Estado ha optado por el agravio personal, el ataque ideológico y la descalificación constante como estrategia.

Su trino sobre el senador Alirio Barrera, usando una caricatura ofensiva y un lenguaje despectivo, va mucho más allá de una crítica política. Refleja una tendencia peligrosa: la normalización de la humillación como discurso desde el poder.

Y no se trata de un hecho aislado. En días recientes, el presidente también acusó al sector empresarial –representado por Bruce Mac Master– de buscar destruir su gobierno por razones de........

© El País