Sin Congreso no hay democracia
La democracia colombiana no nació de la voluntad de un solo hombre ni de la imposición de un gobierno. Se construyó con instituciones, con pesos y contrapesos, con el debate y la deliberación. En el centro de esa arquitectura democrática está el Congreso de la República. No es un adorno ni un obstáculo, es la garantía de que el poder no se ejerza sin límites.
Desde su origen, el Congreso ha sido el escenario donde se han forjado los grandes acuerdos nacionales. Fue clave en la creación de la Constitución de 1991, la mayor transformación democrática del país. Esa carta de derechos y libertades no nació del capricho de un gobierno, sino de un proceso en el que el Legislativo permitió la convocatoria de la Asamblea Constituyente y habilitó los mecanismos para un cambio profundo. Esa fue una apuesta por fortalecer la democracia, no por debilitarla.
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