La ciudad digna
La belleza urbana no es un capricho ni un lujo prescindible; es el reflejo del respeto que una sociedad se profesa a sí misma. La armonía en el espacio público, la conservación del patrimonio y el orden urbano no solo embellecen, sino que fortalecen el tejido social. En ciudades donde el crecimiento ha sido desordenado, recuperar la estética es también restaurar la identidad y el sentido de pertenencia.
El deterioro no es solo físico, sino también una erosión de la identidad colectiva. Parques descuidados, patrimonio abandonado, publicidad invasiva y la caótica movilidad no son simples fallos administrativos, sino síntomas de una ciudad que pierde el rumbo. Cuando un entorno deja de ser acogedor, sus habitantes lo recorren con prisa, lo miran con indiferencia, lo evitan. Y una ciudad que no se habita, se desvanece.
¿Qué nos pasó? ¿Cómo una ciudad que en la........
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