Durante más de una década, el marketing digital giró alrededor del mismo principio: grandes audiencias, grandes influenciadores, grandes presupuestos. Instagram, YouTube y TikTok alimentaron una economía de celebridad digital donde la atención era el nuevo petróleo. Pero esa lógica se agotó. En la era del post-influencer, las marcas ya no buscan a quien hable más fuerte, sino a quien hable con más credibilidad.

El modelo que prometía autenticidad terminó convertido en espectáculo. Muchos creadores pasaron de ser referentes de contenido a protagonistas de escándalos, peleas públicas y realities. El culto a la personalidad reemplazó el valor de las ideas: hoy es más fácil ver a antiguos “influencers” organizando eventos de boxeo o lanzando sus propios canales de........

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