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Salvar al país de contradicciones

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 “Nada más agradable que conversar con alguien que esté de acuerdo conmigo”, decía irónicamente un viejo amigo a quien le gustaba rodearse de personas que le dieran siempre la razón y le escucharán sin contradecirle, olvidándose justamente que la controversia es necesaria para refrescar conocimientos y mantenerse vigente, saludable y abierto a nuevas posiciones. 

No tener contradictores le hacía sentirse aceptado sin tener la necesidad de defender sus ideas. Pero esa complacencia engañosa también lo llevaba a creer que nada debía cambiar, cultivando cierto grado de antipatía hacia quienes pensaran u opinaran diferente. 

Ese halo de “infalibilidad” incluso lo convertía en arbitrario y agresivo con quiénes no compartían sus puntos de........

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