Hay quienes se han acostumbrado a no ver en el actual presidente estadunidense más que su caricatura, mientras desdeñan el hecho de que, tras el impulso político (y cultural) que lo llevó de regreso a la Casa Blanca, hay mucho más que Trump mismo.  Es fácil distraerse señalando sus arrebatos, sus exabruptos, su megalomanía, su puerilidad, su grandilocuencia, sus salidas en falso, sus reculamientos, su ignorancia supina…  Cosas que, por lo demás, no son su monopolio.  Más difícil es escudriñar y entender el genio de la época que Trump encarna o, por lo menos, representa.

Desde hace años, una amalgama de académicos, filósofos, estetas, empresarios, programadores, e influenciadores de los más variopintos perfiles, unos con nombre visible y otros con visible pseudónimo, viene dando forma al credo que Trump, probablemente inadvertido, profesa con fe de carbonero y practica con devoción........

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