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En los postreros minutos

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05.01.2025

Desde mi balcón puedo contemplar, de noche, las luces de una buena parte de la ciudad en que vivo: Santiago. Desde allí, mirando ese mar de luces que titilaban como si la ciudad respirara, transcurrieron para mí las últimas horas de 2024 y los primeros minutos de 2025. Esa transición entre un año y otro, cuando podemos hacerla con la calma de la que disponía yo, no es ajena a momentos de melancolía y a veces, no pocas, de una tristeza que no siempre se puede explicar. Para quienes ya no somos jóvenes, ese momento invita más a pensar en lo que fue que en lo que puede ser: a recordar otros momentos como ese, vividos en otras circunstancias, en condiciones diferentes y en otros lugares.

Y me ocurrió que, a pesar de que tales sensaciones se apoderaban de mi estado de ánimo, no pude dejar de pensar también que, en ese mismo instante, otras personas, la mayoría más jóvenes que yo, aunque estuviesen contemplando el mismo paisaje nocturno no podían darse el lujo que yo me daba: el lujo de responder por lo hecho más que por aquello que queda por hacer. Porque son personas, hombres y mujeres, en cuyas decisiones y acciones descansa el futuro de todas y todos quienes, esa misma noche y en esa misma parte del mundo, veíamos terminar un año y comenzar otro.

Acaso -me preguntaba- ¿podría Gabriel Boric, mientras el reloj avanzaba, dejar de interrogarse acerca de su propio futuro? ¿Reflexionar tal vez acerca del hecho que, durante el año que iba a comenzar, quizás se decidieran para él todos los años que habrían de seguir? Que deberá optar definitivamente por acciones, durante ese año, que lo califiquen como un hombre de Estado capaz de mantener a su país unido en momentos de decisiones cruciales abandonando la tentación de dejar testimonios de su vocación refundacional o, por el contrario, que será incapaz de dejar atrás a antiguos camaradas y terminará el año encrespando aún más las olas de la polarización política con proposiciones que, él lo sabe, no tendrán destino pero servirán para galvanizar los espíritus de quienes quieren transformarlo todo y ahora.

Y Michelle Bachelet, ¿podría estar tranquila esa noche mientras el año llegaba........

© El Líbero


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