La confianza en el ser humano y en la fuerza colectiva transformadora
La población tiene que dejar de herirse, de chismorrear, haciéndolo con valentía y tesón. El porvenir es nuestro, no hay que tenerle miedo. Será bueno extender pulsos y latidos, activar entre los jóvenes el anhelo de procrear y de crear otras atmosferas más fecundas. Factores económicos como el acceso a la vivienda, el costo del cuidado infantil o la inestabilidad laboral son limitaciones a la hora de decidir el número de descendientes que pueden tener las familias. El momento no es fácil, nunca lo ha sido. Ahora creo que debemos priorizar las necesidades y las opiniones de los jóvenes, pero también hay que dejarse asesorar por nuestros mayores; su cátedra viviente está ahí, para ponernos alas y reponernos de tantas inhumanidades vertidas por nosotros........
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