Los ‘Piquininis’, en el corazón de Pescaíto
Evans Harding y su esposa, Muriel Williams, eran oriundos de Trinidad y Tobago, en las Antillas Menores. Él era un hombre menudo, de baja estatura y andar presuroso. Nunca lo vimos caminar despacio. Miraba hacia los lados, como si alguien lo persiguiera. Jamás abandonó una gorra que hacía parte de su indumentaria. Lo llamaban ‘Piquinini’, apodo que en las Antillas y el Caribe significa niño de baja estatura. Cuando lo conocí, el señor ‘Piquinini’ trabajaba en el ferrocarril que la compañía gringa United Fruit Company había construido para sacar y llevar hasta el puerto el banano cultivado en la Zona Bananera. Su oficio de maquinista en esos trenes le dio la severa disciplina que aplicaba en otras actividades, como el deporte.
Recuerdo al señor ‘Piquinini’ cuando se desempeñaba como “umpire” —ampáyer, decíamos nosotros— en partidos de béisbol en La Castellana o en otros campos de la ciudad. Sus decisiones eran inapelables. Si había alguna duda, abría exageradamente los ojos ante el reclamante y todo terminaba allí. ¡Qué respeto imponía este señor! Cada vez que........
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