Nostalgias samarias
Rememoro aquellas épocas de estudiante cuando el tren que unía a Bogotá con Santa Marta nos transportaba en un agotador viaje, que paliábamos con fiestas y recochas en los vagones. “La nostalgia de Poncho” tuvo letras ajustadas a los viajantes y a las circunstancias del momento; pronto se convirtió en un himno: “no llores (cualquier nombre que rimara) que ya noviembre llega/ la Javeriana pronto se va a cerrar/ en vacaciones, con Nando y tus amigos/ en tu pueblo querido/ te vas a desquitar”: el vallenato clásico en nuestras vidas. Veinticuatro horas (a veces más) de un incesante bamboleo que amainaba con las escalas en Girardot, Barrancabermeja a mitad de trayecto y las ansias de finalizar un agotador viaje de 1000 kilómetros interminables.
Sobrevienen también las memorias de aquel villorrio caribeño; todos nos conocíamos, y había familiaridad auténtica. No pasaba nada, realmente; recorríamos los mismos lugares con rituales parecidos. El........
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