Aunque hice cuanto pude
Esto cambió cuando mi mejor amigo me regaló “La Ciudad y los Perros” en la espectacular edición conmemorativa de la RAE, aportando así su granito de arena a mi compulsiva patología coleccionista de libros. Me gustó y me sorprendió a partes iguales, tanto que poco después compré sin pestañear “Cartas a un Joven Novelista” y lo devoré en dos almuerzos voluntariamente solitarios. Pero el instante justo en el que finalmente encontraría el equilibrio entre ambas fuerzas, y aprendería a disfrutar lo mejor de cada una de ellas, sería con “Travesuras de la Niña Mala”, de lejos........
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