Cultivar el espíritu es uno de los mayores retos del siglo XXI. Lo ha sido siempre y no dejará de serlo, pero ahora se requieren niveles superiores de fe, autoconocimiento, reflexión y mucha inteligencia. Los valores se han devaluado con las monedas y los principios muchas veces acompañan los inicios de la decadencia. Lo bueno es que la espiritualidad es eterna. Si potencias tus convicciones tendrás el ánimo dispuesto a elevar las dimensiones del ser.

La reflexión es el primer paso de la transformación. Si el propósito lleva implícita una forma de renovación acompañada de mucha fortaleza espiritual, alcanzar la meta será cuestión de tiempo. ¿Estamos........

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