La piedad de Trump
«Si solo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran ya muerto de hambre», dijo Friedrich Nietzsche, el humano demasiado humano que representó a través de su Zaratustra a un ermitaño que, al descender de la soledad de la montaña, comunicó la profundidad de su saber sobre la vida y la naturaleza del hombre. Esta semana, la toma de posesión de Donald Trump se selló con una súplica inesperada de carácter religioso que el mandatario luego juzgó como algo “inapropiado”.
«Déjeme hacer un último ruego, por favor, señor presidente», empezó a decir Mariann Budde, la obispa episcopal de Washington, o bien, la heroína de esta historia. «Tenga piedad de la gente de........
© El Heraldo
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