Relegar a alguien por motivos de sexo, raza, religión, edad, u otra característica que lo individualiza es un acto de discriminación. Esta práctica puede ser, por lo común, grotesca y abierta como el apartheid en Sudáfrica o en Australia, o la segregación racial en los Estados Unidos. Ejemplos sobran, ya hemos mencionado en El Heraldo casos en los que, en México -un país que nos sorprende por qué es racista-, prohibía el matrimonio entre mujeres mexicanas y varones chinos en pleno siglo XX.

En fin, no es dable en este espacio enlistar todos los casos de data histórica que materializan los hechos más deleznables de discriminación. Sin embargo, este mal hábito encuentra fórmulas más sutiles y elaboradas para encontrar chivos expiatorios dentro de una misma comunidad. Dos casos célebres por tener esta naturaleza de discriminación sofisticada son los asuntos del oficial franco-judío Alfred Dreyfus y el de los inmigrantes italianos Sacco y Vanzetti, de los........

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