Como cada año, con tu llegada, aprovecho para escribirte mi carta de regalos este 25 de diciembre.

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No vengo a presumir pureza ni a fingir santidad. Soy, como muchos, un pecador estándar: más virtudes que vicios, más ganas de sumar que de joder. Nada extraordinario. Un ciudadano común en una frontera que vive situaciones nada comunes.

Este año no te escribo para pedir cosas personales, te escribo para pedirte cosas para mi comunidad.

En estos días me han preguntado mucho cuál es mi mensaje para las familias, para los trabajadores y para la comunidad en general, frente a la pérdida de empleos y a la incertidumbre económica que se siente con más fuerza aquí, en la frontera. Y la respuesta no es cómoda, pero es honesta.

1. No gobiernen desde el miedo.

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Lo primero que te pido es que no empiecen otra vez con la mamada de la nueva súper gripe H3N2, lo último que necesitamos es volver a sembrar pánico.

El miedo paraliza, el miedo enferma y el miedo termina costando más que cualquier crisis real, la mente se acelera, la gente se bloquea y la economía se congela. Y cuando hablo de economía no hablo solo de dinero: hablo de decisiones, de relaciones, de confianza, de la vida diaria.

En 2020 la economía se detuvo no solo por el virus, sino por el terror y como siempre, el que más lo paga es el que menos tiene. Nunca me vacuné contra el COVID, siempre he pensado que fue un invento que funcionó… demasiado bien. Ya conocen el caminito, ya saben cómo se hace, y por eso preocupa........

© El Diario