Poco caso hacen los eruditos historiadores locales de las narrativas o tradiciones orales surgidas en un territorio rico en matices, mitos convertidos deliberadamente en mitomanías, ocultando con ello su real mitología. No es gratuito el manto de humo tendido sobre lo realmente ocurrido en un territorio, existente, no ilusorio, como es el propósito de estos sabios locuaces, retóricos y porque no: lambones hasta con su propia condición. Los territorios fundamentados históricamente por tramoyistas tienden a desvirtuarse en razón a su temporalidad, para mejor comprensión de la historia y el tiempo.

Cuando estos embrutecedores intervienen, surgen los políticos como grandes beneficiarios, conmovidos por la fina retórica de la mitología o mitomanía deliberada, como es lo percibido. Como sustento se imbrica la Ordenación como factor determinante, dejando en un rincón del olvido el orden y el ordenamiento. “Nadie es profeta en su tierra”, dice el famoso adagio popular, si para ser premonitorio preconiza y utiliza el mito salvaje del........

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