Lidiar con el fracaso
Julián Cárdenas Correa
Si hay algo difícil de afrontar en la vida es el fracaso. Es imposible que podamos ser exitosos en todo lo que nos proponemos, de ahí que fracasar sea algo natural.
Pero si ya es difícil enfrentar el fracaso per se, es muchísimo más difícil enfrentarlo cuando tenemos un ego demasiado elevado y ese ego nos ha “permitido” fijarnos metas asumiendo que somos todo poderosos, inalcanzables y, principalmente, superiores al resto.
Cuando un ser humano tiene la plena convicción de que es superior al resto, de que los demás son simplemente imbéciles, comparados con sus superiores capacidades; cuando una persona asume que merece ser y tener más que los demás, simplemente porque se dice todo el tiempo que es más inteligente y mejor (Y seguramente porque sus padres hicieron lo propio), esa persona se fija unas metas, apenas obvio, elevadas.
Hasta ahí no hay problema. Cada quien con sus cosas.
El problema aparece cuando esa persona ve cómo pasan los años y se acerca, o la edad del retiro, o el punto de no retorno en cuanto evidencias de “no éxitos”. Esas frustraciones de índole personal que antes se confrontaban o en el consultorio del sicólogo o en la mente de cada uno, o quizás en compañía de su círculo más íntimo de seres queridos, en la actualidad se ventilan en público, en redes, en publicaciones, en conferencias, en “asociaciones”… en fin, en muchos espacios, pero con una aclaración necesaria: No se reconoce la falta de éxito como una responsabilidad propia, no se acepta la frustración como simplemente el resultado de unas metas elevadas........
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