HÉCTOR TABARES VÁSQUEZ

Una mirada furtiva, inquieta, investigativa, aún simple, al entorno, al medio ambiente, al lugar donde nos encontremos, esa sola y única acción humana, lleva irremediablemente a un análisis en detalle de la multifacética y grandilocuente variedad de cosas, de oficios, de ocupaciones, de actitudes, de personas, en fin, es locura, fantasía, un caos, maravillosa y amena reacción y estímulo a nuestra existencia. Detenerse en escrutar e interiorizar un momento de tal entidad, es posible no sea la herramienta idónea en aras de buscar identidad, en resolver el problema de dónde venimos o hacia qué lugar vamos, menos aún la finalidad y objetivo de la vida. Pero en otro espacio y bajo diferente óptica, es un vehículo apropiado en el proceso de aprender a comprender, de una u otra manera, las actuaciones del individuo en circunstancias disimiles, así como también en el difícil encargo de intentar conocernos a nosotros mismos. La maraña de objetos, adminículos, un intrincado manojo de circunstancias puestas en fila interminable de pensamientos, quizás dispersos y equívocos, orientados a especular acerca de la verdadera identidad cultural de la cual somos originarios o en consenso, de la naturaleza con cuya materia hemos sido preparados en vías a superar los incordios inherentes a un universo infinito y esquivo. Desde luego, esos instantes de reflexión........

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