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ENTRETELAS

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31.05.2025

HÉCTOR TABARES VÁSQUEZ

Jugar a las escondidas del alma, meterse a discurrir desde las profundidades del ser, tomar la decisión abierta y sin tapujos, en fin, desnudarse de cuerpo y algo demás, no es nada fácil, menos aún en época en cuyo andar cuanto sucede es apenas sombra, un barniz de lo realmente ocurrido en el fondo de las personas, al ellas decidir gritarle al mundo sus falencias. Lo cierto de ello es autenticidad palpitante en darse muy de vez en cuando un acto de franqueza y de sinceridad, estándose en la seguridad más absoluta de sentirse en variadas ocasiones navegando en un mar de hipocresías y de engaños, de mentiras y de falsedades, intentando ocultar las debilidades de todo tipo y clase, a objeto de mantener el statu, conservar el puesto, de no perder el concepto y de dejar caer la aureola disimuladora y encubridora de los defectos y las actuaciones ociosas. En aquellos instantes caracterizados en permitir a la mente fugarse del entorno físico, para adentrarse en el infinito de las creaciones, de la fantasía, de los deseos y de los anhelos, cruzando rápida y maliciosamente por los despojos y las miserias tan socorridas durante el trasegar de la existencia, es como si estuviéramos soportando una pesadilla, sintiendo el peso de las faltas, de los errores, de las actividades adversas, de los cometidos inflados de suposiciones y de falsas proyecciones. Y lo grave y........

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