La enfermera y pedagoga estadounidense Helen Buckley escribió un cuento hace 80 años que obliga a reflexionar sobre la nociva incidencia del sistema educativo en la creatividad de los niños. Un día, el infante tuvo que ir al colegio. Era un zagal muy pequeño y el colegio muy grande. Cuando el niño descubrió que podía caminar hacia el salón desde la puerta de la calle, se sintió feliz y la escuela ya no le pareció tan grande como la había percibido. Una mañana la maestra les dijo a todos en clase: “Hoy vamos a dibujar”. “¡Qué Bien!”, pensó el niño. Le encantaba dibujar; sabía hacer todo tipo de figuras: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos. Sacó su caja de lápices de colores y se puso a dibujar. Pero la maestra exclamó: “¡Espera! Aún no es hora de empezar”. La maestra esperó que todos estuviesen listos y dijo: “Hoy vamos a dibujar flores”. “¡Qué bien!”, pensó el niño…

Le encantaba dibujar........

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