Hay que tumbar al déspota
Escribir – o hablar – sobre “golpes de estado”, justificándolos, resulta muy peligroso. Más ahora que estamos democratizados hasta la médula. Hoy no le interesa a nadie que un patán esté gobernando un país si fue elegido en las urnas. Pero si ese sujeto hace mal gobierno, roba, mata, es fraudulento, y decide perdurar en el mando para siempre, no vemos por qué el pueblo tendría que estar aferrado a una institucionalidad que ha dejado de existir. En suma, ese gobernante es un dictador simulado, que ensalza el orden democrático porque le conviene, y el pueblo, cándido en su mayoría, lo aplaude y apoya; unas veces por ignorancia y otras por miedo.
¿Cómo se va a sacar a Maduro del poder si es un estafador que juega sucio con la democracia y que ya va por su tercer período burlando la Carta Magna? ¿Cómo mover del mando a un individuo que pierde una elección abrumadoramente y se declara vencedor sin el menor pudor y retando la opinión de la comunidad internacional, que solo atina a lanzar pésames a los venezolanos? ¿Cómo si insulta a los gringos y les dice que si asoman por sus dominios los va a recibir a balazos? ¿Cómo........
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