Vamos a darle perspectiva

La conflictividad en Bolivia avanza por dos rutas paralelas. Por un lado, la lucha por el poder que protagonizan los actores políticos. Por otro, los ciudadanos agobiados por una situación económica que cada día es más asfixiante y que carga de angustia a los hogares está dejando escenas como marchas con cacerolas vacías o crespones negros en las puertas cerradas de negocios de La Paz y Santa Cruz. Una sicóloga amiga decía que la siquis de las personas resiste el embate de “una segunda pandemia”. El factor común es la incertidumbre del mañana.

La cotización del dólar escaló a más de 20 bolivianos; hay productos que antes eran habituales en la mesa y que ahora son prohibitivos, como el café en grano; no se sabe con qué precios se encontrará el ama de casa cuando va al mercado; volvieron las filas interminables a los surtidores, entre otros problemas que no tienen solución.

Desde el año pasado, diversas encuestas muestran que los bolivianos ven que la situación económica, social y política está mal en Bolivia. Las cifras tendieron a bajar ante la proximidad de las elecciones y un eventual cambio de política económica. Pero resulta que la clase política tampoco da certezas........

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