Cinco años perdidos
El 10 de noviembre de 2019 la sociedad boliviana conoce de una nueva ruptura institucional y otro quiebre de la democracia. Se interrumpe el mandato constitucional de un presidente, se proclama a una presidenta vulnerando el camino de sucesión constitucional establecido por la CPE, se construye un relato de libertades y restablecimientos democráticos y por supuesto, para estabilizar al nuevo régimen se apagan vidas y se olvidan derechos.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian, escribía en el año 2009, “El golpe de Estado convencional –la usurpación ilegal, violenta, preconcebida y repentina del poder por parte de un grupo liderado por los militares y compuesto por las fuerzas armadas y sectores sociales de apoyo– fue una nota central de la política latinoamericana y del Tercer Mundo durante el siglo XX… Con el tiempo, se fue gestando un neogolpismo: a diferencia del golpe de Estado tradicional, el “nuevo golpismo” está encabezado más abiertamente por civiles y cuenta con el apoyo tácito (pasivo) o la complicidad explícita (activa) de las Fuerzas Armadas, pretende violar la constitución del Estado con una violencia menos ostensible, intenta preservar una semblanza institucional mínima (por........
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