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Corrupción en política: alcohol, fiestas y prostitutas

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28.06.2025

Decía la extraordinaria escritora Emily Dickinson (Massachusetts, Estados Unidos) que solemos ignorar nuestra verdadera estatura – entiéndase reputación personal - hasta que nos ponemos de pie. Sólo en ese específico momento, cuando se deja la protección de las sombras y se camina de frente y dando la cara, recién se conocerá la “verdadera estatura” de una persona. Es evidente que muchos de nuestros políticos criollos, sino son la totalidad, no podrían dar la talla en moralidad y ética y mucho menos como personajes inspiradores para la sociedad. O mucho menos, salir de sus cavernas para enfrentar los lapidarios rayos del sol.

Es innegable que el poder y el dinero van de la mano. El debate gira en torno a cuál conduce a qué, y viceversa. Y cabría preguntarse, también, si el poder y el dinero, cuando se estrechan las manos, conducen a tres vicios mundanos: fiesta con mucho alcohol, prostitución y objetos de lujo groseros.

Algo sucede en la cabeza de estos políticos, empresarios o personas corrientes que cuando logran cerrar el vínculo entre el dinero y el poder, resbalan en esta chapuza primitiva por su profundo carácter mundano.

Son tremendamente inteligentes para bosquejar verdaderas ingenierías de corruptelas, de encontrar las brechas por dónde meterse para lucrar de manera ilegal, de saber beneficiarse de esas fisuras que nadie más las ve, para embolsillarse dinero ajeno; son habilísimos para armar tramoyas, cotas y sostener estas delgadas telarañas en la oscuridad en busca de una impunidad........

© El Deber