Un chicotazo en el agua…
Permanece visible más tiempo… que la presencia policial en propiedades privadas legales, con propietarios, trabajadas, que han sido asaltadas por los delincuentes políticos que, se hacen llamar interculturales…
Dicho lo de arriba, sin ninguna pretensión intelectual, dejemos claro que la práctica tan “sui generis” (única en su género) de esta interculturalidad delincuencial-guerrillera, política, excluyente, masista-oficialista, no tiene explicación sociológica alguna porque, reitero, es una “construcción política” diseñada desde el poder, indefinida, que, en el caso boliviano, “sirve para todo el uso que se le quiera dar” desde el poder; difícilmente eso se dé con un masismo en la oposición sin caer en las definiciones clásicas de guerrillerismo, narcotráfico-seudo ideológico o, delincuencia común. Lo que ocurre con el término intercultural en Bolivia dista mucho del uso y práctica cotidiana universal, entendámoslo y que quede claro: no es un asunto autóctono y propio de la interculturalidad de la “bolivianidad”; lo intercultural asaltante y delincuencial de las tierras del oriente, no es parte de la cultura de diálogo y resolución de conflictos en ninguna parte del mundo.
Para cerrar lo teórico, en este caso tan necesario, lo “intercultural” boliviano, en la práctica, responde a un plan político, del tiempo “constituyente” del Siglo XXI, en el comienzo del periodo de Evo Morales y los experimentos sociológicos y seudo científicos de García Linera y otros, “interculturales europeos” muy bien financiados que, redactaron la base o esqueleto de la CPE, por allá, por el 2008-2009. El objetivo era y fue político y, no tiene nada que ver con la idea y práctica universal de la interculturalidad entendida como la interacción, cooperación y colaboración entre culturas de un modo horizontal, donde ninguno es más que otro, que permita o posibilite mejores resultados que los que podrían lograrse individualmente. Baste........
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