Quejarse sí, pero también vivir
Cuando caen los apagones siniestros, con toda su bofetada de calor eterno y el tiempo parece detenerse para no avanzar nunca más, vuelve uno a cuestionarse mil veces la vida, a preguntarse qué tiene sentido en medio de tanta adversidad inagotable.
Me hago esas preguntas y me hago otras y, cuando parece que estoy ya vencido, vuelvo a sacar la cabeza del mar en que se ahoga mi optimismo y empiezo la batalla de nuevo.
Mis familiares y amigos saben cuánto he disfru- tado recientemente un “casi premio” muy importante que estuvo a punto de tocarme y que seguramente hubiera causado un terremoto en mi vida de hombre, periodista y escritor de 61 años.
No sucedió el hermoso milagro del premio. Tocó finalmente a otro autor. Enhorabuena para él…y enhorabuena para mí, porque la “derrota”, lejos de amilanarme o conducirme a la depresión, me llevó a tomar nuevas fuerzas, para seguir ejerciendo algo de lo que más amo en esta vida: escribir.
Días de tensos apagones........
© El Artemiseño
