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El minuto de oro

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03.06.2025

Opinión | Pensamientos

Felipe Armendáriz

Relojes

Siempre me he preguntado qué se siente al llevar en la muñeca un reloj de 300.000 euros, o de 1 millón, puestos a poner una cifra. Nunca podré vivir esa experiencia, aunque tampoco me quita el sueño.

Portar complementos de vestir de precios estratosféricos está al alcance de muy pocos. Lucir un objeto tasado en lo que cuesta un piso es un reclamo para los amigos de lo ajeno, como diría el añorado cronista de sucesos Damià Caubet. Así que en el Paseo Marítimo de Ciutat, o en la Marina de Ibiza, existen unas extrañas «gaviotas». Camufladas como turistas, acechan a los ricos y sus muñecas. Saben al instante cuando un reloj es bueno y cuando no. Pasan de imitaciones. Esperan el momento oportuno de conseguir el botín con un rápido gesto: soltar el reloj y hacerlo desaparecer. Visto y no visto. Como están organizados, el producto del robo no suele recuperarse. Proceden de Nápoles,........

© Diario de Mallorca