LA QUÍMICA DEL ENAMORAMIENTO (SEGUNDA PARTE) | Por: Ernesto Rodríguez
Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Continuando con el tema de la química del enamoramiento, el gran dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616) en su comedia fantástica titulada: ‘Un Sueño de Una Noche de Verano’ (aprox. 1594), refiere un tipo de flor que ha sido flechada por Cupido (antigua diosa romana del amor) y es llamada: “amor en vano”. En la comedia Oberón, Rey de los Duendes y Hadas, le dice al Duende Puck: “Tráeme esa flor: una vez te mostré esa planta: su jugo, puesto en párpados dormidos, hace que el hombre o la mujer enloquezcan de amor con la primera criatura viva que vean” (Acto II, Escena I). En la comedia varios personajes caen bajo los efectos de ese jugo, y Titania, que es la esposa de Oberón, también cae, por lo cual se enamora del tejedor Bottom que se ha puesto una cabeza de asno.
Por supuesto, eso que dice Shakespeare en la comedia es algo fantástico, pero con algunas modificaciones quizás podría ser real, porque la ciencia está descubriendo que una molécula llamada oxitocina puede hacer que una persona se enamore, aunque probablemente nunca se llegaría al extremo de que una mujer se enamore de alguien que tenga una cabeza de asno.
Veamos primero brevemente la historia evolutiva de la oxitocina. La historia comienza con un proceso fisiológico muy poco romántico: ¡Orinar!!!. En efecto, hace unos 400 millones de años cuando los ancestros vertebrados de nuestra especie abandonaron el medio acuático para vivir en el medio terrestre, estaban ya equipados con una hormona llamada vasotocina, una pequeña proteína cuya función era regular el balance de sal y agua en el cuerpo. Los peces y los anfibios como por ejemplo las ranas todavía utilizan dos versiones de vasotocina para tal función. Luego los reptiles se originaron a partir de los anfibios, y a su vez dieron lugar, por un lado a las aves, y por otro lado a los mamíferos. Todos los mamíferos, incluyendo por........
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