Los dos últimos muertos
Luis Alemany tecleaba de un tirón con sus dos dedos índices. Apenas interactuaba. Iba a lo suyo con la cabeza gacha y las ideas claras. Que las palabras volasen en la pantalla era una ventaja. Hasta el otro día había usado hojas de papel insertas en la máquina de escribir. Sobre ellas creó sus mejores novelas y piezas teatrales. Luego… Qué más da luego. Todavía no existía Internet y las redes sociales no perjudicaban cerebros.
A principio de los noventa del siglo XX era costumbre leer el periódico. La columna diaria de Luis en DIARIO DE AVISOS asomaba a la diestra del Avispero que avivó un día Jorge Bethencourt, incansable colega que persiste en juntar letras todas las mañanas. Lleva en la sangre, como buen plumillas, cuestionar a diestra y siniestra, y contra eso, a Dios gracias, poco se puede hacer. De todas formas, Paco Pomares, otro que fuma en pipa y guataquea, me decía hace algunas lunas que tiene........
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