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África

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No sé si cayeron lágrimas. Y si cayeron no sé si regaron las butacas del cine aquel de Puerto Madero en Buenos Aires y, con el paso de los años, las del Lyceum de Londres. No sé si las lágrimas desbordaron la platea y desembocaron en la sabana entre las pezuñas de ñus descontrolados y divinos troncos de baobabs. No lo sé. El ciclo de la vida quiebra, perturba el desfile de hienas uniformadas y el llanto en medio del silencio. La sombra de la luz de la luna eriza la piel, abre los poros de la piel, esconde la piel a caricias y abrazos. Maldito Scar y su estampa. Endiablada basura que maltrata la voz blanca del pequeño sol. ¡Taka!

Al principio la canción de Mike Oldfield marcaba el horizonte. En EGB no había nada más allá. No existía nada más lejano que lo más próximo. Los problemas eran minucias que explotaban con la bomba del chicle Bang Bang. Con Timón y Pumba es fácil soñar, no hay angustia ni........

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