Fidel, un hombre del presente y futuro
Cuando en medio de la alegría de las masas populares Fidel Castro entraba en La Habana, el 8 de enero de 1959, ni los representantes del imperialismo yanqui, ni la burguesía nacional cubana tenían la menor idea del destino que aquella revolución depararía a su hegemonía. Pensaban que les resultaría fácil conducir a Fidel y sus barbudos, por la misma vía en la que hasta entonces habían disuelto las esperanzas revolucionarias de Cuba y América Latina. Unos años antes, pasaron por alto su histórica defensa del Moncada, sus afirmaciones revolucionarias y visionarias, que representaron las bases de un programa social amplio y profundo, que posteriormente llevó a la práctica.
Fidel, hijo de terratenientes, discípulo de los jesuitas, desde niño estuvo imbuido de un sentido humano, de la justicia y la independencia que lo situaron en las posiciones más avanzadas y forjó en él lo que llamó “la vocación de revolucionarios”1, que lo llevaría a guiar un movimiento que derrotaría la tiranía de Fulgencio Batista y lo acompañaría por los caminos de la construcción del socialismo.
Ni los enemigos más acérrimos pueden ignorar su dimensión histórica y universal, su dedicación a asuntos cruciales para la supervivencia y desarrollo de la humanidad, como la........
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