OPINIÓN: No se acabará el futuro
Tuve la oportunidad de recorrer algunas ciudades de Alemania en períodos breves, intermitentes, a partir de 2010. Escribí algunas reflexiones para mi blog, y luego las uní a otras en mi libro Cuba, ¿revolución o reforma? (Casa Editora Abril, 2012 / Ocean Sur, 2018): caminé por Berlín, una ciudad que entonces parecía un museo del anticomunismo, con sus fragmentos de muro, sus reconstruidos puestos de “vigilancia”, los intencionados carteles y los puestos de venta de medallas, charreteras, gorros y símbolos del socialismo vencido. Me impresionó mucho encontrar una bandera soviética, ajada y descolorida, expuesta a las inclemencias del tiempo en la pared de un edificio, con una leyenda poco creíble: “la última bandera que ondeara en el Kremlin”; y muy cerca —una copia, supongo— de la tarja de bronce de Leonid Brezhnev, ex secretario general del PCUS, que debió estar en la casa donde viviera en Rusia. Trofeos simbólicos (medievales) de guerra.
He vuelto sobre aquellos apuntes, después de leer el libro de Jorge Enrique Jérez Belisario y Dania Díaz Socarrás, Donde se acaba el futuro (Editorial Ácana, Camaguey, 2024). A Jorgito lo conocí en aquella segunda década del nuevo siglo, aún era estudiante de periodismo y su activismo en las redes se apoyaba en tres virtudes ya evidentes: voluntad, inteligencia y compromiso. La ecuación “mágica” se completó con Dania, su compañera de vida e ideales. El libro, que cuenta con un enjundioso epílogo de Abel Prieto, tiene un subtítulo:........
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