OPINIÓN: La Olimpiada de Cuba
Esta pequeña isla ha llenado de atletas y de entrenadores el mundo. Las razones son disímiles, pero la primera condición, por la que son bienvenidos en otras naciones y equipos, es que son buenos; es decir, que el deporte revolucionario —como dicen entrecomillando la palabra, con rabia infantil— produce excelentes deportistas. A veces hay, además, una razón sencilla, y entendible: nadie me lo ha dicho, pero Yasmani Acosta no hubiese podido representar a su país, porque tuvo la desgracia de nacer y competir en la era de Mijain López. En Chile es la estrella. Tampoco hubiese podido llegar a una Olimpiada Loren Alonso, quien ahora viste la camiseta de Azerbaiyán, porque La Sombra La Cruz, a quien venció (así es el deporte) “es el mejor de todos los tiempos”, según admite. Hoy, para algunos, no parecen existir amarras: la lealtad es para la mejor o más jugosa oferta. Pero duele más “el salto” cuando quien se marcha es la primera figura de un deporte, la persona en la que su país depositó la esperanza, después de años de esfuerzos y recursos invertidos. Es que a veces la razón es el dinero, aunque se traduzca como “una vida mejor”. La judoca María Celia Laborde, que integra el equipo estadounidense, lo confiesa sin pena: “En Cuba no tenemos tantas cosas”, explicó a USA Today. “Incluso si........
© Cubasí
visit website